domingo, 24 de enero de 2010

La semilla del conocimiento de Dios no puede madurar en el corazón de los hombres

Extracto del libro: Institución de la Religión Cristiana - Juan Calvino

Así como la experiencia muestra que hay una semilla de la religión plantada en todos por una secreta inspiranción de Dios; así también, por otra parte, con gran dificultad se hallará uno entre cientos que la conserve en su corazón para hacerla fructificar; pero no se hallará ni uno solo en quien madure y llegue a la perfección. Porque sea que unos se desvanezcan en sus supersticiones, o que otros, a sabiendas, maliciosamente se aparten de Dios, todos degeneran y se alejan del verdadero conocimiento de Dios. De aquí viene que no se halle en el mundo ninguna verdadera piedad. En cuanto a lo que he dicho, que algunos por error caen en superstición, yo no creo que su ignorancia les excuse de pecado, porque la ceguera que ellos tienen, casi siempre está acompañada de vana presunción y orgullo.

Su vanidad, juntamente con su soberbia, se muestra en que los miserables hombres no se elevan sobre sí mismos, como sería razonable, para buscar a Dios, sino que todo lo quieren medir conforme a la capacidad de su juicio carnal, y no preocupándose, verdaderamente y de hecho, de buscarlo; no hacen con su curiosidad más que dar vueltas a vanas especulaciones.

Por esta causa no lo entienden tal cual Él se nos ofrece, sino que lo imaginan según lo han fabricado en su temeridad. Estando abierto este abismo, a cualquier parte que se muevan, necesariamente darán consigo en un despeñadero. Porque todo cuanto de ahí en adelante emprendan para honrarle y servirle, no les será tenido en cuenta, porque no es a Dios a quien honran, sino a lo que ellos en su cabeza han imaginado.

El apóstol Pablo en su carta a los Romanos (1:22) expresamente condena esta maldad, diciendo que los hombres, apeteciendo ser sabios, se hicieron fatuos. Y poco antes había dicho que se habían extraviado y desvanecido en sus discursos, mas, a fin de que ninguno se excusase de su culpa, luego dice que con razón han sido cegados (por Dios), porque no contentándose con sobriedad y modestia, sino arrogándose más de lo que les convenía, voluntariamente y a sabiendas se han procurado las tinieblas; asimismo por su perversidad y arrogancia se han hecho insensatos. De donde se sigue que no es excusable su locura, la cual no solamente procede de una vana curiosidad, sino también de un apetito desordenado de saber más de lo que es menester, uniendo a esto una falsa confianza.

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